Hoy nos levantamos con más sueño de lo normal: ayer estuvimos casi más tiempo bailando que andando. Eso sí, cuando nuestro profesor toca la puerta para recordarnos que es hora empezar a movernos, parece que las sábanas se nos despegan solas de repente. Desayunamos y después de lavarnos los dientes, salimos antes de las nueve para no volver al hotel hasta por la tarde.
Nuestra primera parada es el museo arqueológico de Aydin. Nada más entrar estuvimos todos en una sala y nos explicaron lo que había en el museo, acompañando la explicación con diapositivas. La primera actividad consistió en fabricar sellos con nuestras propias manos, con la arcilla que se usaba para ello. Personalmente, las manualidades digamos que no son una de mis cualidades, pero hice lo que pude y dejé mi sello con una nota que se guardará en una cápsula del tiempo para futuros alumnos.
Después de eso, nos llevaron a una zona de excavación, donde hemos estado un buen rato cavando hasta que todo el mundo ha encontrado alguna “reliquia” antigua. La verdad es que nos entró un poco de complejo de Tadeo Jones. Por último, visitamos el museo, repleto de vestigios antiguos que hablan de los miles de años de historia y las distintas civilizaciones que han ocupado esta fructífera tierra. Sobre las doce y media nos fuimos a comer a un centro comercial y a las dos nos dirigimos al siguiente museo del día.
Las matemáticas son divertidas cuando se aprenden jugando, acefcarnos a ellas es uno de los objetivos del proyecto #ScienceinOurHands y así nos las han enseñado en el museo de Tales de Aydin. Por ejemplo, hemos podido probar como efectivamente en todo triángulo rectángulo, el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de de los catetos, pudiendo nosotros colocar las unidades. También nos han llamado mucho la atención las poleas y ver además que hasta los balancines tienen bastante complejidad para equilibrar el peso equitativamente. Después de todo esto ya estábamos un poco cansados: más que un museo de matemáticas parecía un gimnasio un poco menos usual.
Fue entonces cuando pudimos conocer la ciudad de Aydin, con sus mezquitas, su mercado de alimentos y sus calles repletas de tiendas de ropa y comida. Fue muy curioso conocer una ciudad sin turistas en la que nos sentimos como un ciudadano turco más.
De vuelta en el hotel, tras un tiempo de descanso, quedamos todos los españoles para cenar y poder charlar tranquilamente de nuestras sensaciones sobre el viaje. Luego, quedamos con los demás alumnos de #ErasmusPlus y como todas las noches, estuvimos un rato juntos pasando el rato y conociéndonos un poco más.
Hoy ha sido un día sensacional. Hemos aprendido mucho con las visitas y con nuestros compañeros. Nos gustan mucho los lazos que estamos creando entre nosotros y estamos disfrutando de cada momento de nuestra estancia en Turquía.